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Las Cicatrices y Aprendizajes del 2020

Estamos concluyendo un 2020 inédito y épico, que nos llevó a experimentar situaciones extremas, fuera de todo contexto y grados de dificultad inimaginables. Con la pandemia, el mundo recibió una bofetada que obligó a la humanidad a arrodillase. Sus secuelas siguen presentes, sin olvidar que los perjuicios continuarán los días venideros. Un panorama sombrío y desolador al inicio, con las dudas y temores a flor de piel, luego ver como golpeaba sin piedad hasta gradualmente ir asomando la cabeza en momentos donde el hartazgo por el confinamiento nos ha llevado a desafiar las restricciones y sortearnos la salud e incluso la vida.

Tomando en cuenta el ambiente inhóspito vivido este año, conviene hacer algunas reflexiones sobre las profundas cicatrices dejadas y a la vez, los aprendizajes que tendría que haber provocado. Consideremos las siguientes marcas en el cuerpo, mente y alma de quienes podemos decir que hemos visto el fin de un año indeleble.

  1. Pérdida de vidas humanas. Un sistema de salud colapsado que no pudo evitar el mayor sufrimiento experimentado por la pandemia al presenciar la partida de propios o lejanos, vidas humanas que no lograron vencer al nefasto virus. La lesión en las familias y la sociedad al no poder rescatarse estas vidas, representa un dolor continuado cada vez que atisbamos hacia afuera y nos enteramos de la permanencia del virus en los contagios y los fallecimientos aún presentes. Asimismo, no olvidemos a aquellas personas sobrevivientes del virus, pero con marcadas secuelas en su organismo.
  2. Economía deprimida. La caída de la economía podría observarse desde indicadores macroeconómicas hasta realidades de vida de quienes han sufrido pérdidas de trabajo, disminuido o anulado sus ingresos. Empresas cerradas o por cerrar, personas en paro y estrategias con poco músculo para la reactivación económica que solvente las necesidades de gran parte de la población.
  3. Desconfianza y recelo generalizado. Desde el inicio de la crisis de salud se apoderó de la población mundial un sentimiento de incertidumbre, temiendo lo que ya pudimos constatar. En cada persona continuamos viendo un potencial portador de la enfermedad, así bajemos la guardia en el cotidiano quehacer. Estaremos destinados a mantener una creencia que un invitado indeseado se ha colado en la vida de todos y debemos evitarlo menoscabando muchas veces la confianza y cercanía entre personas. Relacionado se encuentran todas aquellas fracturas emocionales subsecuentes y cuya recuperación será lenta.

Sobre estas experiencias de vida y esas heridas cicatrizando, podemos rescatar aprendizajes para el crecimiento individual y colectivo, como lo siguientes:

  1. Capacidad de reaccionar y adaptarse. En medio de malas noticias, escombros e infortunios, estamos aprendiendo a responder hábilmente a los estímulos adversos provocados por la pandemia. Este enemigo nos ha obligado a desencajarnos de la comodidad que teníamos para estar vigilantes y actuantes ante sus asechanzas. Personalidades resilientes han emergido y deberían mantenerse, lo que nos llevaría a tener cuadrillas de personas capaces de responder con entereza frente a los desastres, como el que vivimos actualmente. El coraje ha envuelto la vida de muchos para sobreponerse a la catástrofe sufrida, siendo un recurso fundamental para la creación de un nuevo esquema de vida y su funcionamiento.
  2. Solidaridad. Es difícil pensar que el dolor y desconsuelo experimentado directa o indirectamente, no nos haya sensibilizado al grado de transformar nuestros intereses individuales en el interés por los demás, involucrándonos y apoyando de diferentes formas a la recuperación de enfermos y afectados; o acompañando emocionalmente a familiares con pérdidas humanas. La solidaridad ha sido reactivada como valor fundamental para la integración de una sociedad superviviente que se esperaría tuviese un mejor nivel de vida post pandemia.
  3. Enfoque visionario ante nuevas realidades. Aún en medio de la batalla, habrá que estimular en la humanidad la visualización de un futuro prometedor, generando propuestas y acciones concretas para la reconstrucción ya en marcha. Economía, políticas para la población, relaciones sociales, mentalidades positivas y espíritus valientes que asuman un rol determinante en el levantamiento de las nuevas columnas.
  4. Deseo de vivir con fervor y propósito. Después de sobrevivir, obligado resulta que encontremos un sentido superior a la vida que llevamos en tanto hemos experimentado otra oportunidad para concretar la tarea encomendada y más ahora que se vincula a la recreación de una sociedad más justa y robusta.

“El hombre puede vivir unos cuarenta días sin comida, unos tres días sin agua, unos ocho minutos sin aire, pero sólo un segundo sin esperanza” - Charles Darwin

“A pesar de todo lo que se nos hizo a mí y a mi raza, a pesar de la adversidad y los momentos amargos, otra vez nos levantamos” - Maya Angelou

“No se forma una cicatriz al morir. Una cicatriz significa que sobreviví” - Chris Cleave.

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