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Desenmascarando la Segura Derrota. La verdad Oculta Detrás de la Expresión “Voy a Tratar”

Todos habremos considerado iniciar un nuevo camino, un nuevo proceso o alcanzar una nueva meta. Frente a ello solemos llenarnos de entusiasmo y buenos propósitos. Con facilidad puede venir a nuestra memoria cuántos proyectos habremos iniciado e igual número quedaron inconclusos, si no afirmar que terminaron fracasando rotundamente pese a nuestras “buenas intenciones”. Podríamos encontrar una serie de justificantes y razones para ello pero existe un factor insidioso que lleva a no concretar lo que iniciamos y que se esconde detrás de la palabra que solemos ocupar al iniciar ese nuevo proyecto. Solemos decir “voy a tratar”, “trataré”; resulta notorio que es la primera expresión que nos surge, casi automática, espontáneamente lo decimos o pensamos, como intentando decir “voy a probar”. Casi siempre, si no siempre, al ocupar esa expresión sólo estamos gestando el embrión del fracaso anticipado.  “Tratar” es un eufemismo de decir que se intentará sin comprometerse lo suficiente, es un mensaje encubierto para autosabotearnos y no concretar el propósito a construir. Cuántas veces hemos iniciado con esa palabra para hacer frente a un trabajo asignado, un plan de dieta, realizar estudios, superar una relación conflictiva, mejorar las finanzas personales, en fin, para cuántos proyectos se nos presenten como alcanzables pero que implica un esmero superior que realmente no estamos dispuestos a realizar.

Contrario a ello, existen dos expresiones que nos comprometen y nos exigen: “me esforzaré” o mejor aún, “lo haré”. Recordemos que de acuerdo a las palabras que formulemos es el efecto que tendrá en la consecución de lo que nos propongamos. Con estas expresiones estamos demostrando determinación y firmeza de “hacerlo” no de intentarlo. Estaremos mucho más próximos a lo deseable, evitando tomar una postura  sosegada y negligente frente a nuestros cambios fundamentales. Ahora bien, faltará otro factor; al decir que haremos algo, debemos considerar que la meta u objetivo sea alcanzable pero sobre todo, desafiante, alejándonos de la comodidad de más de lo mismo. Si somos exigentes con nosotros mismos/as con un objetivo que nos motive más allá de lo rutinario, y por otro lado, expresamos una proposición imperativa (¡lo haré!), entonces, con mayor seguridad podremos concretar y demostrar lo logrado. Es así que pasar del “tratar” al “lograr” requiere enviarse un automensaje de resolución y luego asumir con disciplina y arrojo el cumplimiento de lo propuesto.

 “Sólo hay felicidad donde hay virtud y esfuerzo serio, pues la vida no es un juego” - Aristóteles.

“El éxito depende del esfuerzo” - Sófocles

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