Con el ánimo desbordado por las “fiestas” de fin del año, asumiendo actos para recuperar cierta “normalidad”, podríamos nublar momentáneamente la ineludible responsabilidad que tenemos para iniciar un 2021 cargado de situaciones aún por descubrir. Está claro que la travesía resultará una aventura, presagiándose escenarios adversos que nos obliguen a actuar más allá de cualquier expectativa previa.
Disponemos de algunos elementos que pueden hacernos proyectar cierto futuro a corto y mediano plazo: contagios en aumentos, nuevas olas con nuevos confinamientos, recomposición de las relaciones, economía deprimida, entre otros. Lo cierto es que el panorama sigue siendo nebuloso, plagado de pesimismo, no tanto por las acciones de entidades que pretenden frenar la pandemia, sino por el comportamiento desenfrenado de la población que planta cara a las medidas de prevención que al final de cuentas podría resultar más confiable que cualquier vacuna.
En lo que respecta a nuestro campo de influencia, donde podemos actuar por decisión madura, los escenarios a considerar en este año son similares al anterior: recuperar y/o cuidar la salud física y mental, esquivando al virus y sus mutaciones. Rescatar y mejorar la economía personal y familiar. Finalmente, fortalecer una productividad que ayude a la reactivación empresarial y nacional.
La pregunta forzada es: ¿estamos preparados para enfrentarnos a este 2021? Considerando la relajación observada en las últimas semanas y la arremetida del virus, la respuesta a obtener es evidente: no lo estamos. Nuestros comportamientos programados nos condicionan a evitar la preparación frente a condiciones normales, no digamos, contrarias y cuya magnitud rebasa nuestras capacidades adquiridas. La postergación y la desidia hacen su juego impositivo, truncando intentos por afrontar la crisis.
Si bien es cierto que estamos extenuados por las inclemencias de un año desgastador, el cual nos arrebató nuestros proyectos, también es cierto que la batalla continua y no podemos bajar los brazos. Se requiere de plantarnos una preparación seria y confiable, no intentos superficiales de preparación. Es cuestión de enfocarnos, resolver y actuar, previendo particularidades de los escenarios que ya mencionamos, así como otros que pudiesen presentarse, y desde ellos desplegar actitudes y comportamientos previamente ejercitados.
Además, la fatiga que hemos acumulado, nos deja expuestos a nuestros temores, restándonos coraje y fortaleza. Con mayor razón para recuperar la energía corporal y emocional drenada.
El factor determinante para hacer frente a las condiciones del nuevo año es tomar conciencia que debemos ser responsables de asumir un determinado rol, lejos de ser pasivo y reactivo, a un rol diligente para responder en función de la amenaza o del obstáculo que se presente. Con ello podemos dar paso a una preparación favorable, la cual implica someternos a una gimnasia integral de mente, alma y cuerpo, apoyándonos en conocimientos y técnicas que nos vuelvan ágiles y efectivos para combatir el desánimo, las presiones, las pérdidas y los ataques que seguramente llegaran con más o menos fuerza.
Algunos elementos a considerar para esta preparación son: a) observar el entorno con objetividad, b) asumir hábitos de salud física y mental como base primordial, c) la lectura y aprendizaje de conceptos y procesos humanos de superación y crecimiento, d) tomar tiempo sustancial para el silencio generador de perspectiva y paz, e) rodearnos de personas positivas y propositivas, f) estimular un pensamiento enfocado a la resolución de problemas y obtención de resultados. Todo ello puede contribuir a que estemos en mejores condiciones para tomar frontalmente las embestidas que ineludiblemente estarán presentes.
Eventualmente estaremos al otro lado de la cerca, dejando de ser espectadores para ser actores. Todo se reduce a estar preparados o bien, dejarnos sorprender, actuando improvisadamente y exponiéndonos mucho más a la afección. Sí pretendemos reducir el riesgo ya sabemos la ruta a seguir: trazar proyecciones y sobretodo, planes versátiles para manejar las contrariedades que este año nuevo nos tiene preparadas.
«Para lo que nos preparamos es para lo que obtendremos» - William Graham Sumner.
«Al no prepararte, te estás preparando para fallar» - Benjamín Franklin
«El antídoto número uno para el miedo es la preparación» - Don Hutson