Los seres humanos tenemos la ingente presión de desear situaciones que se supone mejora nuestras condiciones de vida. Hemos sido formados para anhelar posesiones y situaciones partiendo del hecho que carecemos de ellas. Algunos piensan que el dinero y el poder son las fuerzas que mueven a las personas. Es claro que económicamente queremos estar mejor: nunca es suficiente lo que ganamos, queremos algo más y mientras más, mucho mejor. De igual forma, hacer que las cosas ocurran a nuestro favor por medio de una cuota de poder, nos convierte en personajes con control del exterior, destacando sobre los demás. Concomitante se encuentran los deseos de salud, afecto, compañía, por decir algunos más.
Conviene identificar dos tipos de deseos: por un lado, están aquellos que se basan en aspectos meramente superficiales. Podríamos decir que el deseo de poseer conforme la cultura en la que crecemos, se fomenta a tal grado que se convierte en algo totalmente imponente en nuestras vidas, incluso hasta tiranizarnos. Culturalmente mucha gente vale por lo que tiene o al menos eso quieren pensar. En el opuesto inmediato, se encuentran los deseos para acrecentar nuestras vidas desde la autorrealización: es la creación y aportación a partir de valores potenciadores, que, sin menos cabo de hacernos de poseer lo necesario para vivir, no radica el foco de la vida en atarse a posesiones o situaciones, más bien, en el de producir un estilo de vida sólido sustentado en la capacidad de alcanzar una dimensión trascendente y no aparente.
Alguien dijo “Donde está tu tesoro, estará tu corazón”, pues bien, preguntémonos ¿Qué prevalece en mi mente cada día?, todo el esfuerzo que hago, ¿hacia dónde se enfoca? Según la respuesta, ahí está nuestro “tesoro”.
No vamos a demonizar las posesiones o cierto bienestar, en absoluto, pero tampoco sacralizarlos como el medio perfecto para engrandecer nuestras vidas. Tenemos que ser pragmáticos; después de todo la existencia implica obligaciones materiales que atender. De eso a pretender acumular posesiones, hay una diferencia significativa.
Como ya señalamos, no podemos negar la enorme influencia de nuestra cultura, literalmente todos queremos y poseer “algo”. Para muchos los nutrientes materiales resultan vitales para transitar, aunque no lo son para respirar. Podríamos hasta llegar a enfermar, física o emocionalmente, por la avidez de conseguir la ración que me debería proveer un sistema material.
Muchas veces ocurre que conforme escalamos las necesidades según Maslow, lo que nos impide llegar a la cima de la autorrealización no es que no hayamos podido satisfacer los estadios previos, si no que nos volvemos obsesivos en saciarnos desmedidamente, atándonos en niveles inferiores e impidiendo cualquier avance, incluso retrocediendo. La lucha entre las fuerzas de crecimiento versus las fuerzas regresivas.
Las personas sufrimos al no obtener lo deseado, aunque la verdadera frustración que se experimenta, no radica en no obtener aquello que considerábamos “valioso” sino más bien, de no lograr identificar lo auténticamente valioso para nosotros y por tanto intentar llenar el vacío vehemente con acciones insustanciales.
Jerarquizar nuestras necesidades y deseos pasa por un proceso nada fácil; requiere de autoconocimiento y autoridad para validar las bondades y potencialidades de los deseos superiores y deslegitimar aquellos que bloquean una realización trascendente.
En ese sentido, la capacidad de hacer que nuestros deseos logren concretarse, dependerá en mucho del enfoque personal que tengamos para concebir dichos deseos. Es una elección vital para ocupar energías y recursos en hacer de nuestras vidas un depósito de cosas o bien, de vivencias enriquecedoras desde el interior del ser. Al final, todo se reduce a vivir cada día en anhelar lo que podamos en verdad alcanzar desde la libertad plena.
«La gran mayoría de las personas, que vacías y mal se sienten, porque usan las cosas para deleitar su corazón, en lugar de usar su corazón para disfrutar de las cosas» - Lin An
«Sólo es inmensamente rico aquel que sabe limitar sus deseos» - Voltaire
«El destino puede seguir dos caminos para causar nuestra ruina: rehusarnos el cumplimiento de nuestros deseos y cumplirlos plenamente» - Henry F. Amiel