El panorama continúa siendo desalentador. Oficializado está, para las personas con sentido común, que la llamada “crisis” es ahora lo que condiciona el comportamiento humano. Desafortunadamente el estilo de vida superficial que nos evidenció la crisis ha sido legitimado al grado que lejos de buscar soluciones realistas nos concentramos en esperar “buenas noticias” de alguien que encontró la clave para salir de este desolador escenario, o bien, que todo tome su reacomodo eventualmente. Es muy posible que ninguna ocurra pero lo que ya sí ocurrió es el daño profundo infringido en las conductas de la mayoría de personas que se vieron afectadas por este fenómeno mundial. Cada sensación ha llevado su propio ritmo de acumulación y podría haberse derivado en obstaculizadores de una vida digna de ser vivida. Es decir, por ahora las personas no levantan el rostro aún. Y ya que precisamente se trata de un daño profundo habrá que buscar un cambio profundo.
Después de todo la sonada crisis que experimentamos, sólo develó la realidad de siempre: damos culto idolatra a las posesiones y el mundo parece desquebrajarse ante la imposibilidad de proseguir con un estilo de vida consumista y ostentoso.
Las mejores y profundas respuestas frente a las adversidades permanentes nos vienen dadas al hacer uso de recursos inagotables pero que seguramente descuidamos y hasta olvidamos. Nuestros valores de vida podrán resultar ser el resorte activador de todo nuestro mecanismo interior para contrarrestar el daño causado de crisis tras crisis. Dese a la tarea de definir cuáles son aquellos valores fundamentales que le nutren. Posiblemente será una tarea difícil de realizar, considerando que los antivalores que hemos ido interiorizando soterraron los valores esenciales. Pero lo cierto es que dichos antivalores, como el estatus, riqueza, posesiones, imagen, se están desvaneciendo y eso le permitirá reconocer lo que está a la base, y en caso aún persisten encárguese de desbaratarlos de una vez. Sólo así podrá hacer revisión y encuentro de lo que en verdad es valioso para usted, aquello inconmovible así sucumba el planeta.
Existen conceptualizaciones y dimensiones diversas de lo que son los valores, como el amor, la sabiduría, la solidaridad, la amistad, la valentía, el trabajo, el conocimiento, la familia; cualquiera que fuese, el factor determinante es que dichos valores vitalizan, proyectan y me llevan a la acción, buscando y proponiendo soluciones ante cada problemática. Podré carecer de trabajo pero no careceré de conocimiento o de creatividad y estos valores pueden ser utilizados para explorar y concretar otras opciones para hacerme de un trabajo; es así como funciona. Como mencioné antes, sí estamos esperando un golpe de suerte para que todo cambie, pues tendremos que esperar por siempre, cuando tenemos la oportunidad perfecta para cambiar realmente nosotros en nuestras percepciones de la vida, la cual si no hubiese sido por la crisis, seguiría siendo miope, fragmentada y superficial.
La crisis pone de manifiesto el rompimiento e insostenibilidad de un orden que no tiene razón ya de ser pero su identidad personal en absoluto está en juego, sino los comportamientos, decisiones que se tomaron mientras prevalecía el orden anterior; no así la su riqueza interior, su propia arquitectura emocional, mental y hasta espiritual. Retome la valía interior, sustentada en sus valores, examínelos, ¿cuáles son éstos?, saboréelos y sobre todo, úselos. De esta forma podrá observar una mejor vida y no una vida limitada más. Usted podrá echar mano de sus propios recursos, ya no a la espera que un político o un economista descifre la clave de la fórmula que se conceptualizó desde su inicio, como un fracaso. Es así que cuando usted retome el curso natural de su vida, lejos de libretos artificiales, podrá enfrentarse continuamente a cada síntoma de la crisis, ésta o cualquier otra, pero con fortaleza interior, con potencia capaz de crear un estado de cosas para su realización y la de quienes se construyen a su lado.
“Lo que quiere el sabio, lo busca en sí mismo; el vulgo, lo busca en los demás”.- Confucio (551 AC - 478 AC).
“El saber es la única propiedad que no puede perderse”- Bias de Priene (siglo VI a.C.-?) Uno de los siete sabios de Grecia.
Sí se encuentra interesado(a) en ampliar sobre el tema, comuníquese al (503) 2243-0693 o a des.empresarial@midesarrollo.com