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Emociones: ¿Amigas o Enemigas? todo depende de su Inteligencia Emocional

Las emociones continúan  siendo un concepto incomprendido y manoseado constantemente, fruto muchas veces del desconocimiento de sus reales dimensiones y alcances en la naturaleza humana y otras, por pretender mantener una vida con asepsia de emociones como sí éstas fueran gérmenes patógenos que nos infectan nuestro ser. Pese a ello, las emociones son una parte vital y clave en el desarrollo de toda persona. Desconectarnos de ellas constituye una alteración al funcionamiento de la estructura básica de todo individuo, sería como desactivar el mecanismo de alerta que nos permite la sobrevivencia o una mejor vivencia.

Uno de los principales obstáculos que encontramos en lo relativo a las emociones es que en lugar de conocerlas mejor, procedemos a ocultarlas o retorcerlas en sensaciones e ideas que normalmente se alejan de su verdadera connotación y significado. Las emociones suelen ser las siempre desconocidas y mal comprendidas, ganando normalmente un mayor protagonismo la razón. El culto y reverencia a los beneficios de la razón y la objetividad descarnada de “emociones”, ha hecho que distorsionemos la esencia misma de las emociones, relegándolas a un nivel terciario, casi nulo, en el marco de una supuesta vida balanceada. Las emociones lejos de ocupar un lugar privilegiado, ocupan un espacio marginal, asumiendo frecuentemente que obstaculizan el buen desenvolvimiento entre semejantes, y nada más lejos de eso.

Por fortuna, pese a toda una mentalidad errada sobre las emociones, éstas mantienen su dinamismo y vitalidad; independientemente de lo que pensemos, ellas se presentan silenciosas o estruendosas. No desaparecerán por el hecho que las neguemos, si no que aparecerán con una energía tal que en ocasiones nos harán detenernos para “razonar” del por qué esas emociones nos hacen sentir de una u otra forma.

Es claro que las dificultades atribuibles a las emociones no radican en sí mismas si no en todo caso en la manera en cómo las manejamos. De allí la importancia de formarnos para alcanzar una Inteligencia Emocional que proporcione elementos enriquecedores de nuestros momentos emotivos.

Al reeducarnos sobre nuestras emociones, debemos partir de la verdad incuestionable que las emociones nos conectan con contenidos fundamentales de nuestras vidas, nuestras  ideas, pensamientos, deseos, propósitos, valores, creencias. Cada reacción emocional se vincula directamente con alguno de los aspectos anteriores. Es responsabilidad de cada uno, poder profundizar en la información que se deriva de cada emoción que experimentamos y de allí podamos lanzar estrategias vitales de funcionamiento a fin de poder lograr una mejor y mayor adaptación.

Inteligencia Emocional implica aprender y desarrollarnos a partir de nuestras emociones, por lo cual en el fundamento de las emociones radica un contenido cognoscitivo que nos proporciona información decisiva para alcanzar un comportamiento certero. Al experimentar una emoción particular se nos presenta una oportunidad inédita, irrepetible y única de aprendizaje. Nuestra tarea debería ser detenernos momentáneamente y darnos espacio para recapitular ese momento emotivo y descifrar los contenidos subyacentes y desde ellos iniciar un proceso de transformación.

Inteligencia Emocional es un concepto que condiciona la esencia misma del ser humano. El factor determinante en este tema es aprender a canalizar las energías que se derivan de las emociones y utilizarlas como fuente de acción positiva que comprenda la realización de hazañas y desafíos personales. Las emociones resultan inteligentes en tanto nos hacen aprender y actuar de mejor forma frente a acontecimientos reales.

La información que obtengamos, analicemos y resolvamos de cada experiencia emocional nos expondrá a un escenario donde podremos tomar decisiones sobre el rumbo que daremos a esas emociones. Piense usted en algún momento de gran emoción, al grado que le sobrepasó su estado racional, por ejemplo una ira indescriptible; ante ella usted puede detenerse y preguntarse por qué está actuando de esta forma y sobre todo, sí desea continuar haciéndolo. Es acá donde usted puede aprender de sus emociones, decidiendo continuar con un ataque de enfado excesivo o bien de controlarlo. Independientemente de la decisión que tome, siempre se habrá producido un aprendizaje, en algunos casos imperceptible. En caso usted desee darle rienda suelta a su ira, el aprendizaje aunque endeble habrá sido su incapacidad de controlarse; suficiente lección para cambiar posteriormente. Un mejor aprendizaje podría ser que usted decida transformar esa energía desbordante y avasalladora en una energía menos devastadora, algo más constructivo, como enfocarse en una tarea ardua o bien tomarse la resolución del autocontrol aunque esto implique todo un proceso de apaciguamiento, serenidad y reorientación del enfado.

Evidentemente no podremos desarrollar nuestra capacidad emocional a un nivel superior a menos que nos propongamos iniciar una dinámica diferente para la cual se requiere invertir en un proceso educativo enfocado a comprender en cómo debe ser utilizado el poder de las emociones. De no hacerlo, estaremos expuestos a momentos fortuitos y de súbito, en los que las emociones nos sorprenderán y podría echarnos a la borda mucho de nuestros planes. Piense en este preciso momento, cómo se siente y cómo se quisiera sentirse en relación a esta decisión de vida.

“No somos responsables de las emociones, pero sí de lo que hacemos con las emociones” - Jorge Bucay

“Todo nuestro conocimiento tiene su principio en los sentimientos” - Leonardo Da Vinci

“Los sentimientos delicados que nos dan la vida yacen entumecidos en la mundanal confusión” - Goethe

Sí se encuentra interesado(a) en ampliar sobre el tema, puede comunicarse al PBX: (503) 2243-0693 o a des.empresarial@midesarrollo.comwww.coachinginteractivo.com

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