En este contexto de pandemia, cuarentena, inactividad y paralización, los pronósticos no son los más favorables y hasta desalentadores. Ante lo anterior, debemos preguntarnos sí nos estamos preparando para retomar la normalidad una vez disminuyan los impactos de la crisis sanitaria. Sobreviene la crisis de funcionalidad; en muchos casos, tendremos que trazar nuevas rutas de tránsito para alcanzar la estabilidad personal, familiar y nacional. A continuación, una propuesta de acciones a seguir para estar mejor preparados ante los inminentes cambios por venir.
- Autoconfianza. Son momentos de dudas e incertidumbre La información negativa prevalece, la angustia y el desconcierto son reales. Sobreviene la duda que surjan condiciones aceptables para continuar con nuestro esquema de vida o que se presenten nuevas y mejores oportunidades. Ante un escenario catastrófico, la condición preliminar y fundamental es retomar una actitud de confianza personal en poder hacer frente a la nueva realidad a sabiendas que la misma será demandante y requerirá de nuestras mejores detrezas para superar las limitantes que se presenten. Que la incertidumbre de paso a las propuestas, soluciones y resoluciones. Intimidarnos y limitarnos no es opción; lejos de ello, actuar determinados con la seguridad que podemos hacerlo.
- Identificar los talentos y puntos fuertes. Con positivismo realista, hacer un análisis de nuestras capacidades más destacadas, sustentadas en nuestros talentos superiores y que pueden ser usados para alcanzar una situación ventajosa. Evidenciar nuestros puntos fuertes nos permitirá determinar los conocimientos, habilidades y actitudes con que disponemos. Preguntarse a profundidad, cuáles son sus talentos más sobresalientes (vender, organizar, enseñar, reparar, la tecnología, etc.) favorecerá el poder hacer una proyección e inversión con un menor riesgo ya que utilizará su mejor energía mental, emocional y física para provocar un impacto. Concomitante tendrán que identificar y superar aquellos puntos débiles que nos puedan sabotear.
- Explorar opciones prácticas. Analice cómo podría afectarle la situación de manera inmediata y mediata. Establezca: a) la factibilidad de continuar en su trabajo actual y cómo aportar con mayor productividad, b) identificar nuevas oportunidades laborales y/o c) desarrollar su propio emprendimiento. Al examinar sus alternativas tendrá que basarse en la premisa de que resultan realizables aportando los esfuerzos necesarios y apoyándose en sus puntos fuertes. Ahora mismo, disponemos de muchas fuentes y medios para obtener información e inteligencia de mercados que permiten explorar proyectos con potencial de éxito.
- Analizar el entorno. La otra cara de la moneda de las opciones que pretendamos concretar, sería realizar un análisis serio, a nivel mundial y local, para determinar cuáles serán las nuevas tendencias económicas, sociales, culturales y profesionales provocadas por la pandemia. Conviene “predecir” las nuevas pautas de comportamiento y en base a ellas, concluir las acciones a seguir. Por mencionar algo: reconocer cómo se desenvolverá el comercio minorista o las demandas de la tecnología como recurso vital que ha demostrado ser, sobre todo en estas circunstancias. Será clave anticipar el tejido económico y social en todas sus variantes y los nuevos hábitos de consumo. De un buen ejercicio podríamos modelar los cambios a sobrevenir, las oportunidades en los mismos y los espacios para reinventarnos.
- Revisar los recursos disponibles. Para cualquiera de las opciones que proponga evalúe sus recursos externos con los que podría desarrollar la mejor apuesta. Debe ponderar sus capacidades reales para poner en marcha cualquier proyecto. Sí carece de recursos suficientes, buscar alternativas o sustitutos o bien, medios para obtenerlos. Algunos recursos pueden físicos, económicos, relaciones, redes. Los que fuesen, asegúrese de disponer de ellos.
- Diseñar planes de acción. Deberá formular planes concretos de ejecución para alcanzar el objetivo que se proponga, que pueden ir desde promover su currículum, alcanzar mejoras laborales hasta definir los nuevos aprendizajes para la puesta en marcha de un nuevo proyecto. Asuma la tarea de crear la ruta a seguir, determinando metas, plazos y actores. Midiendo los aciertos y desaciertos y efectuando los ajustes conforme avance. No subestime el efecto de un plan bien diseñado para eficientar los esfuerzos.
- Compromiso, disciplina y enfoque. Esta será la parte que requiere de una mayor gestión: comprometerse y cumplir. Una vez trazado el plan, ajustarse y no salirse del carril a menos que sea para mejorar o potenciar lo propuesto inicialmente. Las ideas sin concreción no son más que planes abortados. La clave está en mantenernos en el desafío día a día, superando los obstáculos que seguramente serán muchos pero con la mirada fija en el logro deseado. La perseverancia es clave, ejecutarla le dará la sensación de acercarse de una u otra manera a un mejor estadio de vida. Recuerde, no se alcanza el máximo potencial con el mínimo de esfuerzo.
- Buscar el apoyo de expertos. Identificar profesionales que proporcionen soporte, en tanto no se puede ser diestro en todos los campos (estrategia, liderazgo, mercadeo, administración, logística), por lo que habrá que apoyarse en consejeros versados en aquellos campos que requiramos de mayor apuntalamiento. Evitando, por supuesto, caer en manos de especuladores del conocimiento que en épocas como ésta avivan sus discursos dulzones y poco efectivos. El criterio a utilizar es que su asesoría demuestre resultados.
Cada quien decide, ser observador o ser actor. La ganancia del actor es que toma una iniciativa con responsabilidad para hacer de las circunstancias difíciles, las promotoras de transformaciones enriquecedoras.
“En medio de la dificultad reside la oportunidad” - Albert Einstein