Sí el lector se motivó a iniciar la lectura de este artículo, considerando que encontraría una idea o respuesta posible de lo que habrá después de la muerte, lamento decepcionarle, ya que no es el fin abordar teoremas espirituales, religiosos u ocultos, y menos hacer una apología de creencias de la vida después de la muerte, aunque las mismas resulten respetables. Sin embargo, el fin sí es exponer un punto de vista constructivo para darle un enfoque efectivo ahora mismo a un hecho tan real e inexorable como la muerte.
La especulación permanente, en silencio o a viva voz: ¿qué nos depara al concluir nuestros días en esta vida? y la respuesta a esta inquietud y duda razonable se podrán manifestar en diversas opciones de acuerdo al sistema de creencias de las personas. Como mencioné al inicio, no es el propósito desvirtuar las respuestas que se han dado desde diversas estructuras de pensamientos a este planteamiento, en todo caso, reafirmar dichos planteamientos desde un factor real y visible para que esos planteamientos tengan sustento.
Lo cierto que independientemente de nuestro sistema de creencias de la vida y la muerte, basado en ideas metafísicas, espirituales, teológicas o simplemente seculares, existe una realidad que condiciona todo el sentido de la muerte y de la interrogante ¿qué hay más allá de ella? Preocuparnos, después de la muerte, de posibles escenarios que no tenemos, ¿qué caso tiene si el actual escenario que si tenemos, que es la vida, no lo ejercemos como debe ser? ¿Para qué esperar vivir una “nueva vida” si la actual vida parece que transcurre sin vivirla?
De lo anterior, se desprende bajo una lógica básica, que debemos enfocarnos a vivir la vida con una clara conciencia que la misma conlleva una serie de desafíos y oportunidades que nos presenta el panorama perfecto para desplegar nuestra esencia personal. El proceso de la vida implica la inmersión en diferentes etapas que nos permite el crecimiento permanente, suficiente esfuerzo para dejar un legado después de la muerte, y darle sentido a la muerte misma.
Ahora bien, sí usted desea darle un contexto desde posibles ambientaciones como resurrección, paraíso, inmortalidad, o bien, reencarnación hasta llegar a la perfección, proceda en vida desde su elección. De tal forma que sí pretende considerar una resurrección habrá que responder necesariamente qué tipo de vida lleva ahora, si pretende considerar una reencarnación, de igual forma tendrá que considerar qué calidad de vida lleva en estos momentos. Otra opción es que simplemente no espere nada después de su partida física. Pero un hecho irrefutable es que, ajeno a cualquier opción espiritual y secular, lo que se encuentre después de la muerte de alguien, es lo que ese alguien deje en su vida, es decir, la huella distintiva que evidencie su estadía y protagonismo en vida. Por tanto, más allá de esa muerte, de nuevo, está lo que usted haya realizado más allá de su aparente existencia, convirtiéndola en una verdadera vida con acciones capaces de transformar la realidad que encontró, en una mejor realidad. Iniciando por su propia realidad personal, el de ese proceso de crecimiento continuo, de sus creencias, sus normas, sus valores y por consecuencia sus acciones. Luego la realidad de este mundo, plagado de condiciones imperfectas para que podamos ser arquitectos de una mejor realidad y de mayor bienestar.
Y ¿cómo podría eso coincidir desde las creencias espirituales? Pues bien, sí busca un paraíso, constrúyalo desde este preciso momento, creando las condiciones para que su vida se maraville de su campos cultivados de perfección humana, sí desea una resurrección, ejércela ahora mismo, muriendo a su ser inferior y resucitando a su excelencia personal, sí desea una reencarnación a un nivel superior, reencarne ahora mismo en ese ser superior al que está llamado ser.
El punto fundamental radica en hacer de su vida una experiencia excepcional en la que pueda reafirmar sus creencias haciendo ahora lo que cree que puede ocurrir después. Podrá proyectarse más allá en función de lo que demuestre en el más acá.
El triunfo de la muerte radica en el fracaso de la vida y de decidir vivir con sentido, coherencia y vitalidad, estaremos mostrando que esta vida no puede destinarse al fracaso y cada acción de vida positiva conlleva una consecución posterior a la muerte, haciendo de este modo que la muerte pierda su aparente poder.
“Así como el ignorante está muerto antes de morir, así el hombre de talento vive aún después de muerto” – Publio Siro
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