Finaliza un año en términos generales, hostil, cargado de polarizaciones, limitaciones y promesas de redención, cuando la realidad que nos circunda más bien carga con pesimismo, frustración y desaliento; en el mejor de los casos, con conformismo. Mientras unos hacen de las batallas verbales un modo de vida que contamina el ambiente, la inmensa mayoría persiste de observadora, cautelosa y sigilosa, a la expectativa que artífices superficiales resuelvan las macro tendencias.
Es momento de dejar que otros resuelvan nuestro futuro y es momento de dejar de victimizarnos frente a las condiciones adversas de una vida que sólo son condiciones externas cuya repercusión última en nuestro interior dependerá de cuánto nosotros lo permitamos.
Ahora es el momento de nuestro replanteamiento y de nuestra formulación o reformulación del factor clave que haga de nuestra vida un terreno fértil para el crecimiento y el fortalecimiento interior.
Normalmente hacemos uso de ideas y creencias insustentables, heredadas de otros que posiblemente a su vez las recibieron en herencia de otros que al final de cuentas terminamos descubriendo que no tienen sentido ni fundamento con cada uno/a de nosotros/as. De forma irreflexiva las adquirimos y las hicimos crecer, para que al final nos dominaran tiránicamente.
Generalmente estas ideas se concentran en la teoría de la escasez y normalmente solemos creer por defecto, no por efecto derivado de tomar decisiones conscientes donde el criterio debería ser la abundancia cuyos recursos principales inician en nuestro interior para luego proyectarse en el exterior. Piense usted en las privaciones que actualmente posee: económicas, de estatus, de relaciones, de posesiones. Son privaciones sobre aspectos que socialmente hemos aprendido como valiosos aunque nuestro interior muchas veces nos los valora como decisivos. Ahora piense usted en las posesiones interiores, las que nadie puede arrebatarle e incluso son posesiones que puede acrecentar ilimitadamente; le doy algunas ideas: sabiduría, serenidad, paz interior, constancia, fortaleza, optimismo, autocontrol, compasión.
Basta de sufrir y provocar una reacción en cadena nociva sobre nuestros sentimientos y acciones. Ahora podemos reprogramarnos inteligentemente y hacer vida las decisiones que habían aguardado por mucho tiempo su momento. Afortunadamente este momento, el provocado por aquellas condiciones que mencionamos al inicio, que nos acechan, las negativas y confrontativas. Sí un mérito tienen es que nos obligan a cambiar.
Desde el enfoque de la abundancia podemos iniciar un proceso de siembra de ideas y acciones, semillas vitales que podremos abonar y regar continuamente, de forma tal que al seguir su proceso de germinación, crecimiento, floración y maduración, estaremos eventualmente frente a una cosecha de mejores frutos y no de migajas o desperdicios. Podremos avistar un panorama plagado de mejores condiciones de vida, sustentado en los recursos verdaderamente valiosos, los que se alojan en nuestro interior, en la profundidad de nuestro ser y en la esencia de nuestra vida.
Para alcanzar lo anterior, retomaremos un principio básico, el de vivir conforme un sentido único, superior y trascendente. Debemos comenzar por lo primero, y esto es formular la razón fundamental de nuestra vida, razón que nos da soporte y realce a cada acción. Habremos de plantearnos una intención intrínseca en la vida, para ya no responder a las intenciones producto de los códigos repetitivos y vacíos los demás, sino una clara intención que robustece el alma y el espíritu, desde donde lanzamos una actuación responsable y efectiva para hacer de nuestra vida una experiencia permanente de gratificaciones y satisfacciones que ahuyentan todo desaliento, desánimo y desolación. Ahora estamos frente a algo ni siquiera mejor, sino superior, a lo que en verdad hemos sido llamados, la verdadera felicidad sustentada en la conexión de nuestra vida con nuestro ser.
Sí lo logramos, habremos alcanzado armonizar nuestra vida con lo más importante de ella: nuestro sentido de ser.
“La vida exige a todo individuo una contribución y depende del individuo descubrir en qué consiste” – Viktor Frankl
“El hombre se autorrealiza en la misma medida en que se compromete al cumplimiento del sentido de su vida”. – Viktor Frankl
Sí se encuentra interesado(a) en ampliar sobre el tema, comuníquese al (503) 2243-0693 o a des.empresarial@midesarrollo.com , www.coachinginteractivo.com