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La Crisis de la Edad Adulta: Su impacto en la Esfera Laboral

Considerando que muchos gerentes, directivos o personal clave en el crecimiento o supervivencia de nuestras organizaciones, se encuentran cerca o ya se encuentran en una edad que suscita una serie de interrogantes y replanteamientos, conviene reflexionar y ponderar sobre los efectos y causas de una de las etapas de la evolución del ser humano, revistiendo principal importancia ésta por sus repercusiones en la productividad de los individuos. La finalidad de esta reflexión es contribuir a enfocar acertivamente los pasos a seguir que permitan superar la confusión y el desánimo que se genera a partir de este ineludible momento existencial pero cuyas repercusiones son reales y hasta nocivas en las diferentes fasetas personales, incluyendo la laboral. He aquí algunos elementos que podrían ser de utilidad.

Un cuestionamiento valido es el siguiente: ¿Y realmente existe la crisis de los 40? Lo cierto es que después de varias decadas de batallar entramos a una fase de desgaste y precisamente los signos iniciales de la madurez suelen experimentarse como un claro desgaste que implica tanto el aspecto físico como los aspectos emocionales-sociales. Desde el punto de vista físico podemos encontrar síntomas como una brusca caída de la precisión visual y una disminución del metabolismo físico que provoca problemas de peso, siendo más probable que órganos vitales como el corazón, los pulmones, los riñones y el hígado comiencen a funcionar mal. Desde el punto de vista emocional y social se presenta un desgaste que comprende áreas tales como el trabajo, el matrimonio y la amistad. En el trabajo podemos exponernos a rendimientos decrecientes, retiros tempranos, relaciones competitivas y antagónicas, demanda creciente para aprender ante la constante innovación. En el matrimonio pueden sobrevenirse coyunturas donde el éxito mismo en esta área se complica ya que involucra necesariamente la relación de dos.

Las presiones que se encuentran en el trabajo, el matrimonio y las relaciones con amigos, son generalmente negativas: solemos comportarnos de forma dura e insensible a medida que nos vemos obligados a responder a las amenazas que desde todas partes se plantean contra nuestros “conceptos de sí mismos”. En el ámbito laboral habrán diversas ocasiones en las que podemos llegar a sentir que nuestras capacidades y habilidades son cuestionadas, reaccionando agresiva y defensivamente. Es importante reconocer que las condiciones de la adultez fuerzan a las personas a adoptar una postura psicológicamente defensiva que le impedirá mayores desarrollos, ya que las energías que podrían canalizarse en expandir nuestro yo ante nuevas oportunidades las ocupamos para mantener un equilibrio precario de nuestra autoimagen.

Ahora bien, un factor fundamental y subyacente a considerar es que el desgaste de la madurez conlleva la aparición de una exigencia de “sentido personal”. Es decir, bajo las presiones cada vez mayores del desgaste social, psicológico, físico, los adultos no pueden dejar de preguntarse a sí mismos: “¿Por qué? ¿Para qué sirve todo esto? ¿Qué es lo que suma finalmente mi vida? ¿Es el puesto y lugar al cual yo quería llegar realmente?”. Es como cuando hemos trabajado muy duro por llegar a lo alto de una escalera y nos damos cuenta que la escalera estaba apoyada en la pared equivocada.

Frente a este panorama tenemos dos opciones: volvernos hacia fuera en un esfuerzo de auto-expansión que busque un sentido, o hacia adentro, en un esfuerzo de auto-protección que conduce a una conducta que usualmente se reconoce como neurótica. Un enfoque que puede contribuir a manejar favorablemente esta “crisis” se concentra en definir ese sentido en nuestras vidas. Para Viktor Frankl la voluntad de tener un sentido de vida se define como una especie de aspiración humana metafísica a hallar un propósito de la existencia; son valores y responsabilidades que trascienden la propia vida.

La cuestión de sí los adultos se derretirán o no cuando el calor del desgaste se torne grave, parece depender de sí pueden apoyarse o no en sentidos importantes. Esta es la forma que adquiere la madurez, o bien, se asciende impulsado por un sentido o bien se ve uno suspendido en la carencia del mismo.

Lo expuesto, aunque de forma simplificada de un tópico complejo, tiene como propósito  estimular la introspección personal, el análisis de nuestras vidas y ante todo, propiciar la toma de decisiones consecuentes y maduras. Porque después de todo, precisamente eso es lo que nos está recordando esta “crisis”: que estamos en una edad “madura” para tomar decisiones  trascendentes, conforme a esta condición de vida que por fortuna hemos podido llegar a ella.

Enfocarnos en la dirección correcta permite canalizar positiva y creativamente energías y esfuerzos en los diferentes campos de nuestro accionar, siendo uno de ellos y de vital importancia, el profesional y laboral. En el contexto de la crisis que estamos viviendo, ésta es una sobre la que podemos ejercer control, restándole poder a sus efectos negativos en la medida que efectuemos las reformulaciones o reafirmaciones necesarias sobre nuestro objetivo principal de vida.

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Un comentario en «La Crisis de la Edad Adulta: Su impacto en la Esfera Laboral»

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